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Anna Traveset
Anna Traveset desde muy joven tuvo algo muy claro: le gustaban los animales, los viajes y las aventuras. Su padre la llevaba a buscar setas por el bosque y era fiel seguidor de Félix Rodríguez de la Fuente. Con sus programas de televisión, Anna empezó a forjar su amor por la naturaleza, que, por otra parte, rozaba la puerta de su casa de Organyà, un pueblecito del Pirineo leridano.
Su espíritu aventurero y las ganas de viajar han sido una constante. Su carrera como bióloga le ha permitido unir sus tres pasiones.
Desde el instituto y después de ver alguna película de reporteros de guerra, Anna supo que quería hacer en la vida algo emocionante y que implicara riesgo. Por eso, no sorprende que uno de sus mitos sea la famosa primatóloga Dianne Fossey, que dio a conocer al mundo a los gorilas de montaña.
Gracias a Ramón Margalef, un reconocido oceanógrafo, decidió que quería hacer ecología y estudiar a los seres vivos en sus ambientes. Ramón le hizo una carta de recomendación con la que la admitieron en la Universidad de Pensilvania (Filadelfia). Así, en 1985 se trasladaría a EE.UU.
El choque cultural entre Cataluña y Filadelfia fue muy duro para Anna. Aun así, entró a trabajar en el equipo de Daniel Janzen, un reconocido ecólogo tropical. Cuando Janzen le ofreció trabajar con él en Costa Rica, no lo pensó mucho, y allí hizo su tesis doctoral.
Durante muchos meses del año, Anna se levantó a las seis de la mañana para estudiar a los animales. Allí aprendió muchísimo sobre ellos y sus interacciones, y desde entonces nunca dejaría de hacerlo.
A sus 27 años, Anna deseaba regresar a España, así que pidió una beca y se fue a Sevilla, a trabajar a Doñana, dentro de la unidad de ecología. Después de dos años sintió la necesidad de montar un equipo en otro centro, encontrando la oportunidad en Mallorca. En 1994 logró una plaza en propiedad en el CSIC y se quedó en las islas.
Antes habría tenido tiempo de pasar por países como Alaska. Vivir y estudiar aquellos territorios fue una de las experiencias más fantásticas de la vida de Anna Traveset: “Nunca en mi vida he estado tan embriagada de belleza como en este momento...”. A Anna le impactó mucho la belleza del paisaje, y regresó de Alaska con las pilas cargadas y dispuesta a comerse el mundo.
Y lo hizo, ya que después de años estudiando la isla de Cabrera e impulsando diferentes proyectos en todo el mundo, en el 2022 recibía el Premio Ramon Llull, uno de los máximos reconocimientos que otorga el Govern Balear, y algo más tarde, conseguía la ayuda europea destinada a proyectos científicos más importante que se concede, el Advanced Grant. Esta ayuda sólo se concede a proyectos pioneros, de alto riesgo y científicos líderes en su campo de investigación.
IslandLife impulsará el estudio más completo realizado hasta el momento de las redes ecológicas multicapa en ecosistemas terrestres, evaluando muchos tipos de interacciones entre especies simultáneamente. Por primera vez, se comparará la estructura trófica de las islas prístinas o poco perturbadas con islas cercanas, habitadas por el hombre, para comprender los efectos del cambio global en estos valiosos ecosistemas.
Anna Traveset se encuentra en la cúspide de una vida profesional, llevando a cabo uno de los sueños de su vida. Pero Anna es incansable por naturaleza, y ya sólo piensa en la siguiente aventura.